miércoles, 16 de abril de 2014

El Obispo Cerro Chaves convoca el Sínodo Diocesano en la Catedral de Coria tras la Misa Crismal

Al término de la celebración de la Misa Crismal, el Canciller - Secretario General de la Diócesis de Coria-Cáceres, D. Diego Zambrano López, ha leído la convocatoria del Sínodo Diocesano, que ha efectuado el sr. Obispo, D. Francisco Cerro Chaves.




El obispo convoca un SÍNODO DIOCESANO  

Al cumplirse mi quinto aniversario de ser nombrado Obispo de la Diócesis de Coria-Cáceres, se fue haciendo cada vez más palpable la necesidad de un Sínodo. Es uno de los instrumentos más recomendados y urgidos a los Obispos para ejercitar la corresponsabilidad entre todos los que caminamos juntos en la Iglesia: sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos…

Entre todos, en el mismo camino debemos unirnos al Señor de la Vida y expresar que, como Iglesia en comunión, debemos vivir una experiencia profunda del Amor de Dios, unidos al mismo Padre, con Jesucristo, el Hijo Amado, y en la comunión del Espíritu Santo.
¿Qué me ha movido a convocar este Sínodo de la Iglesia de Coria-Cáceres?
Primero. La urgente necesidad de tomar el pulso a una realidad diocesana, que cada vez es más compleja y cada vez se hace más urgente y necesaria una respuesta de conjunto.
Segundo. El envejecimiento de todos los que trabajamos en la viña del Señor, sacerdotes, religiosos, laicos catequistas, movimientos. Hace que le tomemos el pulso a una realidad evidente que nos lleva a buscar juntos respuestas para los momentos de la historia que vivimos y que no podemos dejar pasar el tiempo.
Hace ya 30 años de la última Asamblea Sinodal y hoy es muy urgente el diagnóstico, un ver dónde nos encontramos y hacia dónde debemos caminar con una confianza ilimitada en el Corazón de Cristo.
Tercero. El reto de una sociedad y del mundo rural en nuestra Diócesis, nos hace plantearnos de una manera más urgente la nueva evangelización. ¿Qué podemos vivir y hacer en estos momentos? El nerviosismo y aún menos el pesimismo no solucionan nada en este “hospital de campaña”, del que habla el Papa Francisco y que nos impulsa a una auténtica renovación de nuestras parroquias, comunidades, realidades diocesanas.  
Este sínodo se regirá por la normativa canónica vigente, trazada fundamentalmente por el Código de Derecho Canónico y la “Instrucción sobre los sínodos Diocesanos”, de la Congregación para los Obispos y la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (1997). Ambos documentos señalan dos fases: una primera etapa preparatoria, en la que se busca la implicación de todos los fieles de la diócesis participando en la oración, la consulta y los grupos parroquiales sinodales y asambleas zonales; y la Asamblea Sinodal, propiamente dicha, en la que estarán representados los laicos, religiosos, diáconos y presbíteros en la manera que indique los reglamentos que se aprobarán al respecto.
En el desarrollo del sínodo tendremos también muy presentes las orientaciones del Concilio Vaticano II y de la reciente exhortación del Papa Evangelii Gaudium en la cual buscaba invitar a todos los fieles cristianos a “una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría (la alegría del Evangelio), e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años” (EG,1)…”una nueva etapa evangelizadora, llena de fervor y dinamismo” (EG 179).
Siguiendo lo preceptuado he consultado al Consejo del Presbiterio y también al Consejo Diocesano de Pastoral y ambos se han mostrado claramente favorables a la celebración de este sínodo.
Ponemos a los pies de la Virgen María, en su advocación de Argeme, este anuncio oficial y convocatoria sinodal; porque en María deben encontrarse todas las vías  de la vida cotidiana de la Iglesia, ya que mediante su presencia materna, la Iglesia se cerciora de que vive plenamente la vida de su maestro y señor, que vive el misterio de la Redención en toda su profundidad y plenitud vivificante, que está  cercana al hombre, a todo hombre, de ser su Iglesia, Iglesia del Pueblo de Dios.
Ella, María, y San Pedro de Alcántara, co-patrono de la Diócesis, sean nuestros intercesores en esta tarea pastoral.
Francisco Cerro Chaves, obispo de Coria-Cáceres.