Fuente: Diocesis de Coria Cáceres
Al cumplirse mi quinto aniversario de ser nombrado Obispo de la Diócesis de Coria-Cáceres, se fue haciendo cada vez más palpable la necesidad de un Sínodo. Es uno de los instrumentos más recomendados y urgidos a los Obispos para ejercitar la corresponsabilidad entre todos los que caminamos juntos en la Iglesia: sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos…
Entre todos, en el mismo camino debemos
unirnos al Señor de la Vida y expresar que, como Iglesia en comunión,
debemos vivir una experiencia profunda del Amor de Dios, unidos al mismo
Padre, con Jesucristo, el Hijo Amado, y en la comunión del Espíritu
Santo.
¿Qué me ha movido a convocar este Sínodo de la Iglesia de Coria-Cáceres?
Primero. La urgente necesidad de tomar
el pulso a una realidad diocesana, que cada vez es más compleja y cada
vez se hace más urgente y necesaria una respuesta de conjunto.
Segundo. El envejecimiento de todos los
que trabajamos en la viña del Señor, sacerdotes, religiosos, laicos
catequistas, movimientos. Hace que le tomemos el pulso a una realidad
evidente que nos lleva a buscar juntos respuestas para los momentos de
la historia que vivimos y que no podemos dejar pasar el tiempo.
Hace ya 30 años de la última Asamblea
Sinodal y hoy es muy urgente el diagnóstico, un ver dónde nos
encontramos y hacia dónde debemos caminar con una confianza ilimitada en
el Corazón de Cristo.
Tercero. El reto de una sociedad y del
mundo rural en nuestra Diócesis, nos hace plantearnos de una manera más
urgente la nueva evangelización. ¿Qué podemos vivir y hacer en estos
momentos? El nerviosismo y aún menos el pesimismo no solucionan nada en
este “hospital de campaña”, del que habla el Papa Francisco y que nos
impulsa a una auténtica renovación de nuestras parroquias, comunidades,
realidades diocesanas.
Este sínodo se regirá por la normativa
canónica vigente, trazada fundamentalmente por el Código de Derecho
Canónico y la “Instrucción sobre los sínodos Diocesanos”, de la
Congregación para los Obispos y la Congregación para la Evangelización
de los Pueblos (1997). Ambos documentos señalan dos fases: una primera
etapa preparatoria, en la que se busca la implicación de todos los
fieles de la diócesis participando en la oración, la consulta y los
grupos parroquiales sinodales y asambleas zonales; y la Asamblea
Sinodal, propiamente dicha, en la que estarán representados los laicos,
religiosos, diáconos y presbíteros en la manera que indique los
reglamentos que se aprobarán al respecto.
En el desarrollo del sínodo tendremos
también muy presentes las orientaciones del Concilio Vaticano II y de la
reciente exhortación del Papa Evangelii Gaudium en la cual
buscaba invitar a todos los fieles cristianos a “una nueva etapa
evangelizadora marcada por esa alegría (la alegría del Evangelio), e
indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años”
(EG,1)…”una nueva etapa evangelizadora, llena de fervor y dinamismo” (EG
179).
Siguiendo lo preceptuado he consultado
al Consejo del Presbiterio y también al Consejo Diocesano de Pastoral y
ambos se han mostrado claramente favorables a la celebración de este
sínodo.
Ponemos a los pies de la Virgen María,
en su advocación de Argeme, este anuncio oficial y convocatoria sinodal;
porque en María deben encontrarse todas las vías de la vida cotidiana
de la Iglesia, ya que mediante su presencia materna, la Iglesia se
cerciora de que vive plenamente la vida de su maestro y señor, que vive
el misterio de la Redención en toda su profundidad y plenitud
vivificante, que está cercana al hombre, a todo hombre, de ser su
Iglesia, Iglesia del Pueblo de Dios.
Ella, María, y San Pedro de Alcántara, co-patrono de la Diócesis, sean nuestros intercesores en esta tarea pastoral.
Francisco Cerro Chaves, obispo de Coria-Cáceres.